Cuando los valores de una empresa (o persona, o país) no coinciden con lo que necesita el sistema, se crea un desequilibrio que acaba cayendo por su propio peso. Vemos un reciente ejemplo con Dorsia y su crisis reputacional.
Si estás presente en RRSS (o lees prensa digital) habrás visto el revuelo causado por la última campaña de la empresa de estética. Quizás ni siquiera la conocías y y lo has hecho a partir del vituperio social.
Crisis Reputacional Dorsia
Con el mensaje “Otro verano más cambiando el panorama de las playas” en una lona promocional, la cadena de cirugía hacía una llamada al aumento de pecho.
La asociación Teta & Teta, al ver la campaña en pleno centro de Madrid, alzó lanzó un comunicado en sus redes sociales que se viralizó como la espuma. En él solicitaba la retirada de la lona, compartiendo a su vez alarmantes datos del impacto de esta industria:
- Cada año en España, 80.000 mujeres se ponen t3tas (60% menores de 30 años).
- La edad media del primer retoque estético es 20 años.
- El 70% de las jóvenes se identifica con un trastorno alimentario.
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La cosificación de la mujer (herencia de un sistema hetero patriarcal) sigue muy presente en nuestras vidas.
- Da de comer a categorías de producto enteras (en estética, alimentación, lifestyle, …).
- Protagoniza el contenido de decenas de medios e influencers donde el cotilleo es un reclamo.
- Alimenta con frecuencia candentes sobremesas con sus expresiones y juicios.
El reto que esconde es mucho más profundo que la retirada de la lona. Necesitamos que empresas como Dorsia reinventen sus negocios y dejen de alimentar nuestros complejos para aportar un valor que nos permita progresar.
Y de este reto formamos parte.
¿Qué podemos hacer para cambiar esta realidad?
La desigualdad de género y la cosificación de la mujer responden a retos sistémicos que necesitan la cooperación de los distintos agentes.
Podemos implicarnos desde distintas posiciones.
El rol institucional
Instituciones y administraciones públicas gozan de la capacidad de impulsar grandes cambios.
Si trabajas en la administración, puedes reflexionar sobre cómo se está apoyando la igualdad de género par canalizar recursos a donde se genere impacto.
- El cambio no está en el storytelling, sobre todo si se alternan bonitas palabras con discursos de odio.
- El cambio se encuentra en el storydoing, en promover soluciones capaces de unirnos por causas comunes (en lugar de dividirnos entre “buenos” y “malos”).
El rol de las empresas
Las empresas tienen gran protagonista para impulsar el cambio:
- Redefiniendo su propósito, para dejar de alimentar estos cánones.
- Revisando su comunicación, recordándonos que valemos por nuestra autenticidad y no por nuestro cuerpos.
- Cuidando su cultura apostando por valores como la equidad y el respeto.
A veces olvidamos la importancia que tienen el propósito y la cultura corporativa, y tienen un papel crítico.
Piénsalo. Sería raro que una empresa que abanderara valores como la inclusión y la igualdad de género, y lanzara campañas como la que vemos en la lona.
Dove, caso de éxito y liderazgo moral
Si aspiras a ser un “referente a seguir” puedes inspirarte en ejemplos como el de la marca de cosmética Dove, que lleva más de 20 años defendiendo la belleza real.
Dove podía haber aprovechado la crisis reputacional de Dorsia para enorgullecerse de su posicionamiento y aumentar su notoriedad sumándose a la críticas (las agencias creativas han creado campañas falsas que han corrido por los medios).
Pero moralizar no es el estilo de la marca.
Dove NO necesita criticar a nadie para defender la belleza real.
Dove apuesta por valores como el amor y la empatía, que impregnan emotivas campañas que año tras año nos sorprenden e inspiran.
Nuestro rol individual
Para que esta realidad cambie tenemos que poner fin a juicios (y auto juicios) que alimentan esta (o)presión que nos vence cada día cuando al miramos al espejo.
Y la solución requiere afrontar el problema desde su origen:
- Tomando conciencia de que delegar nuestra valía a nuestra juventud, nuestra curvas, cabello… no tiene sentido.
- Aprendiendo a valorarnos por lo que realmente somos.
- Abrazando la realidad de una belleza diversa y la unicidad de nuestros cuerpos.
Cuando llegue este momento habrán cambiado las reglas de juego, y perderán su razón de ser este tipo de negocios.
Reflexión final
Cuando el sistema en que vivimos no es capaz de resolver los retos que tenemos, señal de que toca cambiar.
Y nuestro actual sistema, lejos de poner fin a la cosificación femenina, está expandiendo la presión a los hombres (incitándoles a dietas, entrenos, tratamientos, etc. que acentúen su virilidad).
Estarás de acuerdo conmigo en que propagar nuestros complejos no resuelve el problema, más bien lo magnifica. ¿Y si dejamos de despistarnos acrecentando inseguridades, para empezar a buscar soluciones que nos permitan progresar?