La diversidad de talento
Más de la mitad de lxs trabajadorxs europexs licenciadxs son mujeres, y paradójicamente solo el 9% de los cargos en alta dirección están liderados por mujeres. ¿Cómo hemos llegado a esta situación? Está claro que no ayuda a aprovechar el potencial del talento.
Si nos ponemos a analizarlo, vemos que un cúmulo de factores culturales nos ha llevado a ella.
La cultura que arrastramos
Tradicionalmente la mujer se incorporaba más tarde al mundo laboral, un hecho que a día de hoy la penaliza en experiencia y antigüedad.
La educación que hemos recibido desde nuestra infancia nos lleva a asociar una serie de profesiones a hombres y otras a mujeres, siendo las protagonizadas por mujeres las que ofrecen salarios más bajos.
Una vez en la empresa la interrupción laboral por el embarazo y la lactancia sigue penalizando el desarrollo profesional de muchas mujeres en entornos donde no se brinda la oportunidad de conciliar.
Si a este hecho le sumamos el reparto desigual en el hogar y su efecto en el acortamiento de la jornada de muchas mujeres (destinamos una media de 2 horas diarias más que los hombres a taras domésticas), podemos empezar a entender a qué se debe esta desigualdad.
La suma de estos factores nos lleva a una realidad en la que escasea la presencia de mujeres en puestos directivos.